¿Qué es una contractura muscular?
Quién a lo largo de su vida no ha sufrido alguna molesta contractura. Pero ¿qué son y cómo se producen?
Las contracturas se producen en los músculos de nuestro cuerpo. Básicamente los músculos de nuestro cuerpo están formados por fibras musculares, y éstas a su vez por fibras más pequeñas. Por ellas transitan los vasos sanguíneos que reponen el glucógeno que necesitamos para producir energía, los aminoácidos para mantener dichas estructuras musculares y el oxígeno que hace que estas funciones sean posibles.
A la vez el sistema venoso se encarga de retirar las sustancias de desecho producidas. Los músculos de nuestro organismo cumplen diferentes funciones entre las que caben destacar el mantenimiento de nuestra postura corporal y el poder realizar contracciones, que es lo que posibilita que podamos andar, coger objetos o escribir este artículo, por ejemplo.
Las fibras musculares tienen cierto grado de flexibilidad que podemos aumentar si lo entrenamos. Igualmente, si entrenamos su grado de contracción se harán más fuertes, como podemos ver por ejemplo en un atleta de velocidad.
¿Cómo se producen?
La contractura se produce cuando la capacidad de volver de las fibras musculares se ve afectada por algún motivo y el músculo se contrae, pero no puede volver a su posición inicial de reposo, quedando sus fibras musculares contraídas en parte. Cuando esto se produce los vasos de la circulación sanguínea se ven afectados, pues son comprimidos por las propias fibras musculares agravando el problema. Con lo cual tendremos un déficit circulatorio en el lugar donde se haya producido esa contractura.
Generalmente donde más sufrimos las contracturas es en la espalda, desde la zona lumbar hasta los hombros y la zona cervical. Al principio esa contractura es posible que no produzca dolor, pero lo más habitual es que con el paso del tiempo éste aparezca. Las contracturas producidas en la espalda, muy frecuentemente terminan por afectar a algún nervio espinal (son las ramas nerviosas que salen de las vértebras) produciendo un dolor agudo, e incluso pudiendo afectar ha alguna extremidad, por ejemplo si ésta se produce en una vértebra dorsal y el dolor irradia hacia el brazo.
El lugar donde las contracturas suelen producirse más a menudo es en la espalda, lo cual no quiere decir que también se produzcan a menudo en las piernas y en los gemelos (a quién no se le ha subido un gemelo…)
Parte de nuestra musculatura tiene una función de estabilidad postural. Con el avance de los puestos de trabajo nos encontramos con que muchos de ellos hoy en día son extremadamente sedentarios, y el ser humano está diseñado para moverse. Con lo cual muchos músculos se ven obligados a adoptar una postura poco ergonómica, debido principalmente a que nadie está hecho para estar ocho horas sentado. Por ello nos encontraremos con unos músculos que se vuelven excesivamente tónicos (exceso de tono muscular) y otros que se vuelven flácidos, a consecuencia de su falta de uso.
Soluciones a la contractura muscular
Una vez tenemos la contractura instalada en nuestra espalda ¿cómo librarse de ella?
Cuando el dolor es soportable la mayoría de las personas opta por convivir con él. Si la cosa se pone un poco más fea, quizá acuda a su médico de cabecera, quien le recetará según se encuentre desde algún antiinflamatorio, hasta (si la cosa esta realmente fea) un relajante muscular.
En un principio (si no es muy grave) la persona es probable que encuentre alivio con la medicación, pero como se ha actuado contra el efecto (dolor) y nos hemos olvidado de la causa, es más que posible que ese dolor provocado por la contractura vuelva a aparecer, y tenemos muchas papeletas para que ese dolor sea esta vez más desagradable.
Para afrontar este problema con éxito, deberíamos tener una propuesta multidisciplinar. En primer lugar, deberíamos saber que cuando aparece un dolor o una molestia en nuestro cuerpo, es por algo. El cuerpo humano está diseñado en la perfección, el dolor no tiene cabida en él.
En varias ocasiones, en mi consulta de Zaragoza, observo como las personas pierden la comunicación con su propio cuerpo hasta que llegan a un punto en el que la sabiduría corporal les hace parar evitando lesiones mayores, y como no tiene otra forma de hacerlo, emplea el dolor para ello.
Así pues, autoconocimiento físico en primer lugar.
Tiene también su importancia tener una correcta hidratación, pues no hay que olvidar que la musculatura está compuesta por un 80 % de agua, y que un músculo deshidratado aumentará su contracción y disminuirá su extensión.
La practica de ejercicio físico, siempre acorde con el estado de cada persona, siempre es positiva. En especial si hacemos especial énfasis en ejercicios de elasticidad de la musculatura y de las articulaciones.
El tratamiento a llevar acabo es campo bastante amplio. En Zaragoza, como en cualquier ciudad de España, tendremos un amplio abanico de terapias. Desde el punto de vista de la fisioterapia, donde la aplicación de ultrasonidos y de corrientes tienen un lugar privilegiado. La osteopatía, que se fija especialmente en la correcta alineación vertebral. El masaje, centrada sobre todo en el trabajo muscular con maniobras de masaje. Sin olvidarnos de otras técnicas como puedan ser la acupuntura, moxibustión, auriculoterapia, etc.
Cada terapeuta tiene sus propias técnicas y todas ellas tienen su valor. Bajo mi punto de vista terapéutico, creo que cuantas más disciplinas se conozcan, más herramientas tendrá el terapeuta en sus manos para poder aplicarlas en cada momento y con cada persona.