Los terapeutas que trabajamos con el cuidado alternativo de la salud hacemos un esfuerzo por comprender y tratar el organismo en su totalidad.
Una debilidad especial de la medicina convencional es que se ocupa de síntomas concretos. En nuestra acelerada sociedad la medicina moderna se ha convertido en una religión de culto. Un paciente quiere aliviar un síntoma para poder volver a su vida normal. Este enfoque solo oculta el problema subyacente que el síntoma expresa.
Por ejemplo, en época de estrés agudo, una persona puede sufrir un resfriado, mientras otra podría coger una gripe. Otra persona distinta sufriría de insomnio o un dolor de espalda. La medicina convencional proporciona sustancias que reducen el dolor, inhiben la producción de mucosidades, inducen al sueño o relajan los músculos.
Con estos medicamentos el individuo puede seguir adelante, continuando con su estresante modo de vida, creándose una enorme deuda consigo mismo, propenso a dolores, vulnerable hacia la enfermedad y finalmente, invitando a un colapso prematuro de las funciones corporales conforme envejece. Un comentario que suelen hacer los que hacen oídos sordos a los mensajes del cuerpo: “No lo entiendo, yo solía hacer esto sin problemas…”
Cada enfermedad, molestia o dolor es un mensaje no verbal del plano orgánico y energético al consciente: “Préstame atención, sé consciente de lo que te estás haciendo a ti mismo”.
Por norma general, después de soportar un estrés prolongado o una lesión repetitiva, tiene lugar una enfermedad o una lesión más o menos grave dependiendo de muchos factores (edad, situación familiar, economía…).
Si tratamos solo el área más dolorosa o inflamada, dejamos de dirigirnos a la constelación total del tejido dañado haciéndolo más proclive al daño o la enfermedad. Para que tenga lugar una sanación más profunda, los terapeutas debemos fijarnos en toda la información que presenta el cuerpo y enseñar al paciente a hacer lo mismo.
Otra forma habitual de abordar la lesión o la enfermedad es preguntarse ¿esto es físico o psicológico? Esto tampoco sirve de mucho, más bien es un deseo de obtener una respuesta sencilla a los problemas que nos perturban.
La existencia humana es bastante compleja. Podemos diferenciar la energía fisiológica, emocional, mental y espiritual de una persona. Sin embargo, todas estas energías confluyen en una unidad.
Cada movimiento, cada accidente, cada alegría o descubrimiento tiene lugar en nuestra totalidad. Una jaqueca, un dolor de espalda o una enfermedad, tienen un componente físico y psicológico, y también uno energético, así como cualquier otro aspecto que seamos capaces de diferenciar.
La sanación integral tiene lugar cuando el terapeuta y el paciente están abiertos a la información que aporta la persona en su conjunto.
Creo que en realidad no existe una respuesta establecida sobre por qué ha aparecido un problema, qué lo ha provocado o cómo tratarlo. El hecho de que no existan respuestas sencillas no es una dificultad, sino parte de la aventura de la práctica curativa. Si mantenemos una actitud de apertura y experimentación, el propio cuerpo nos indicará cómo proceder y qué es prioritario.