Estos entes nos han acompañado a lo largo de toda la historia de la humanidad. Su alimento básico es la energía del ser
humano. Para poder obtener su sustento energético, provocan
toda clase de conflictos mentales y emocionales en las personas.
Para ellos la energía del odio, el dolor, el miedo, la tristeza, el
enfrentamiento o la ansiedad es un auténtico manjar.
Al igual que las élites oscuras que gobiernan nuestro planeta, son muy discretos y no quieren que se las descubra. Ese
es el principal motivo por el cual no es nada fácil reconocerlos y
mucho menos deshacerse de ellos. El momento energético que
está atravesando la Tierra es el idóneo para estos entes, los tenemos por todas partes.
En la época actual se encuentran muy activos, con los cambios energéticos que se están produciendo en el planeta. La actividad depredadora tenderá a ralentizarse en los próximos años,
pero no a desaparecer. Seguirán siendo nuestros vecinos.
Existen varios tipos, pero son todos igual de negativos.
Hay dos concretos y que causan la mayoría de los problemas.
En primer lugar, tendríamos los que corresponden al bajo astral.
Este grupo pertenece a lo que las religiones han llamado fuerzas
demoniacas o luciferinas. En su grado más grave está todo lo
relacionado con las posesiones demoniacas de las cuales dan fe
todas las religiones del planeta. Estas posesiones más severas se
dan en muy pocas ocasiones, generalmente los acoples son realizados por entes con mucha menos capacidad energética. No
se puede hablar de una única entidad depredadora que dirige a
estos entes, sino de varias.
Extracto de el libro La luz contra oscuridad: El Poder de tu Energía vol. II