El dolor produce molestias, tanto físicas como emocionales. Cuanto mayor sea el grado de ansiedad que la persona experimenta en relación con el dolor peor será la percepción de éste.
El dolor es, con diferencia, el motivo más frecuente por el que las personas buscan asesoramiento y ayuda de un profesional sanitario, tanto si ejerce la medicina tradicional como la alternativa.
La mayor parte del dolor se siente en los músculos, las fascias, los ligamentos… y en las partes blandas del sistema musculoesquelético, que es el mayor sistema organizativo del cuerpo y el que emplea la mayor cantidad de energía.
Es este aparato, bajo el control del sistema nervioso, el que proporciona soporte, estabiliza y mueve las articulaciones y los huesos del cuerpo, lo que nos permite caminar, hablar, realizar actividades deportivas y expresar de forma general nuestra condición humana.
Esto explica por qué el dolor o la disfunción del aparato locomotor influyen de forma tan considerable en nuestras vidas. El dolor puede ser misterioso, sin causa aparente, y éste es el más preocupante de todos. La imaginación puede ponerse en funcionamiento, y un dolor que tan solo se debe a una mala postura puede llegar a transformarse en algo muy grave en la mente de la persona que lo sufre.
Si el dolor se presenta en un lugar donde en realidad no ocurre nada “malo”, puede dar lugar a una actitud catastrofista.
Por ejemplo, un dolor en la cara y en la cabeza podría ser el resultado directo de un punto gatillo en la zona del cuello. Sin embargo, debido a que el dolor se presenta en la cara, alrededor del oído o en los ojos, la persona que lo experimenta podría pensar que existen problemas graves en esas zonas.
Al comprender que en realidad el dolor se encuentra en los músculos del cuello y los hombros, la ansiedad desaparece. Después, solo hace falta desactivar los puntos gatillo y considerar lo que se puede hacer para evitar que las mismas tensiones posturales o psico-emocionales originen otros nuevos.