Solemos creer que los pensamientos que transitan las
mentes de las personas en su día a día, no tienen ninguna capacidad para afectarnos en nuestro quehacer cotidiano. Nada más
lejos de la realidad.
Los pensamientos que tienes te afectarán a ti y al resto de
personas que tienes a tu alrededor, tanto si son positivos como
negativos. Los pensamientos son formas de energía y aunque
algunas veces puedan estar provocados por entidades negativas, la mayoría de las veces son fruto de nuestra propia energía
mental y nosotros determinamos si nuestros pensamientos van
encaminados hacia el bien o hacia el mal.
El bien es más complicado y necesita más energía mental, de humildad, sencillez y de menos afán de protagonismo,
soberbia y egoísmo. El mal ya cuenta con un terreno abonado
de guerras, violaciones de los derechos humanos, ambiciones
desmedidas, y toda clase de crímenes que realiza la humanidad
diariamente, requiere de mucho menos esfuerzo. Un mal pensamiento o una maldición lanzada contra alguien, cae inmediatamente en un terreno abonado y fértil y tiene muchas más posibilidades de éxito que un pensamiento positivo. La degeneración
hoy en día es muy sencilla, solo hay que dejarse arrastrar por
ella, pero el bien se tiene que elaborar y cuidar cada día.
Extracto del libro: La luz contra la oscuridad, el Poder de tu Energía vol.II.