Los primeros pobladores
Hubo un tiempo en que nuestra casa, la Tierra, era habitada por infinidad de enormes y poderosos árboles de todas las especies. Ese tiempo pasó hace demasiados siglos. En este tiempo el hombre y el árbol vivieron en una comunión energética perfecta, el árbol se sabía reconocido y el ser humano nutrido física, mental y espiritualmente.
Hoy tampoco está todo perdido, afortunadamente aún quedan unos cuantos supervivientes, que no se sabe muy bien cómo, consiguieron sobrevivir a la debacle producida, entre otros, por el hombre.
Los árboles llevan en nuestro planeta varios cientos de miles de años más que nosotros, el homo sapiens, poblando y llenando de sentido a Gea. El árbol es el ser vivo que más coherencia posee, por eso ha sido capaz de sobrevivir todo este tiempo.
Conectan sus raíces con la Tierra y expanden sus ramas hacia el Sol y el Cielo, haciendo de enormes antenas naturales comunicando cielo y tierra.
Si sabes escucharlos y reconocerlos te darán todo, sin pedirte nada… acaso un poco de respeto.
El Abedul
A este árbol se le denomina de diversas formas dependiendo de la situación geográfica. Una de ellas es el chopo, que no hay que confundir con el arma reglamentaria que usábamos en el servicio militar en la década de los 80 y los 90 del pasado siglo.
Éste es un árbol con una clara energía ascendente, que crece sobre todo hacia arriba. En estado natural alcanza alturas y grosores considerables. Es un excelente limpiador de la tierra y soporta bien climas muy duros. En buenas condiciones puede hacerse centenario, incluso sobrepasar esta edad.
Como he mencionado antes, la energía del abedul es ascendente, por ello nos aporta una energía que nos puede ayudar en situaciones en las que tengamos una duda o que no sepamos cuál decisión tomar. Este árbol lo tiene claro: hacia arriba, hasta el Sol.
Un buen ejemplo de abedul lo tenemos en la localidad oscense de Broto, al lado del parque de Ordesa, junto al río Ara a su paso por esta localidad.
El Roble
“Más fuerte que un roble”, una expresión que todos hemos oído alguna vez. No le falta razón a esta frase, el roble posee una de las maderas más fuertes que existen y si a este árbol se le permite, puede llegar a ser milenario.
Árbol sagrado para los celtas, consagrado a su rey. Muy unido al tejo, árbol también sagrado entre los celtas, el árbol del druida (consejero espiritual de las tribus celtas). Hoy en día aún podemos observar en algunos lugares privilegiados de Asturias como robles y tejos ocupan un mismo espacio.
Actualmente en la península quedan pocos reductos donde visitar un ejemplar de roble que tenga una antigüedad considerable. Los ejemplares que quedan están en su mayoría en el norte de la península. Debido a su madera dura e incorruptible, los robles han sido bastante esquilmados.
La principal característica energética del roble es su asentamiento, que da poder a la persona que sabe acercarse a él y escucharlo. No en vano era el rey de los árboles para los celtas. Un ejemplar lo suficientemente “mayor”, destila respeto, respeto que traspasa a la persona, sobre todo para sí misma. Nos brinda mayor seguridad en nosotros mismos y nos apoya en aquellas cosas que deseamos realizar y nos atemorizan un poco.
El ciprés
Según la sabiduría popular, el número de cipreses plantados en la entrada de una casa indica el grado de hospitalidad de un hogar: un único ciprés indicaría que solo se da cobijo, dos que también se ofrece lumbre… El máximo de hospitalidad serían cinco cipreses.
En nuestra cultura este árbol está muy asociado a la muerte, pues es muy común verlo en las entradas y en el interior de los cementerios. Esta información se la debemos a los romanos, para quienes este árbol estaba consagrado a Plutón, Dios de la Muerte. Por ello se llevan plantando cipreses en los cementerios más de dos mil años.
Desafiando a la muerte, la madera de este árbol es incorruptible y muy aromática. Si nos acercamos a este árbol nos ayudará a eliminar los sentimientos y emociones de rabia, dolor y odios, y nos proporcionará fuerza de voluntad y optimismo con su clara energía ascendente.
En el próximo libro El Poder de tu Energía a punto de salir a la venta, explico la manera natural de poder aprovecharnos de la energía arbórea.