Goya y las pinturas negras

Francisco de Goya y Lucientes nació en 1746 en Fuendetodos, pequeña localidad de la provincia de Zaragoza, al noroeste de España. Entre su extensa obra y por motivos que conciernen a este libro, cabe destacar sus
Pinturas Negras. Las realizó, entre 1819 y 1823, pintando directamente
sobre las paredes de la Quinta del Sordo, la pequeña casa cerca del río
Manzanares en la que se instaló para huir de Madrid y del monarca absolutista Fernando VII.
En mi opinión -y soy consciente de que habrá personas a las que este planteamiento les sorprenda o incluso moleste-, en estas obras, Goya dejó impresos los rituales oscuros que las élites negativas españolas de la época
practicaban y de los que él fue testigo, sin desearlo.
Es probable que Goya fuera captado por el grupo elitista que por aquel
tiempo era el dominante, cuando se trasladó a Madrid en 1775. Esta élite
le ayudó a entrar en la corte del entonces monarca español Carlos IV. Por
desgracia, no supo dónde se estaba metiendo hasta que era demasiado
tarde.
El artista debió de ser testigo de varios de los rituales que esta élite practicaba. Es muy probable que también pudiera contemplar con su
propios ojos a alguna de las entidades del bajo astral que colaboraban -y colaboran- con esta élite. Entonces, como ahora, reinaba el pacto del silencio.
La cúspide elitista que gobernaba España estaba integrada por el más selecto
grupo de la nobleza española de la época, incluida la monarquía. Aunque
hubiese intentado denunciar los hechos de los que fue testigo, nadie le
hubiese creído y lo más probable es que hubiese acabado encerrado en un
manicomio o desapareciendo misteriosamente.
Goya fue más inteligente. Dejó constancia de los hechos de los que había sido testigo utilizando su arte que, además, sería célebre y
atemporal, llegando hasta nuestros días con toda la fuerza que él, con su arrolladora
personalidad, supo imprimirle. Las Pinturas Negras reflejan claves para el
que las quiera ver. Entre ellas destaca, especialmente, Saturno devorando
a un hijo.
Presumiblemente, este cuadro reflejaría un terrible ritual del que el pintor
habría sido testigo. En él, un niño fue asesinado y su energía infantil fue
devorada por una entidad del bajo astral que, muy probablemente estaría
relacionada con el dios romano Saturno.
Soy consciente de lo extraño y desafiante que puede parecer esta idea y de
lo difícil que puede ser aceptar que en el mundo sucedan cosas tan terribles y sean causadas por otros supuestos seres humanos. Además,
todo lo relacionado con las élites ha sucedido y sucede en el máximo secretismo,
pero como he dicho, las claves están para quien las quiera ver y mi labor
es, simplemente, poner luz en algunas de ellas que permanecían ocultas.
Al poco de terminar estas pinturas, Goya se marchó a su exilio voluntario
en Burdeos. Nunca volvió a España. Falleció unos años más tarde. Cuando,
tiempo después, se exhumaron sus restos para ser trasladados a España,
se comprobó que su cabeza no se encontraba entre ellos. No creo que sea
casualidad. Pienso que las élites fueron las causantes de su desaparición.

Extracto del libro Matrix distópica

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